[waman]

CUIDADOR DE TUMBAS.

El Inglés llegó como ingeniero del ferrocarril, y una de las primeras cosas que hizo fue enamorarse de la portadora de los, por ese entonces, ojos más bellos de la Quebrada de Humahuaca.
Ella terminó siendo su esposa, y murió “de parto” al tener su primer hijo. Él mandó a construir una tumba doble donde reposara su cuerpo y el suyo propio, cuando le llegara el tiempo de irse. Aferrado a esa tumba, se quedó en el pueblo cuando nacionalizaron los ferrocarriles y le dieron de baja en su empleo.
Cuando murió, ese único hijo, que había estudiado en Inglaterra y allí vivía, se llegó al pueblo, sepultó a su padre y vendió lo poco que tenía. Antes de irse para nunca más volver, encargó a Justiniano que cuidara las tumbas de sus progenitores: todos los días las barría y limpiaba; los domingos llevaba un ramo de flores nuevas.
El sueldo se había establecido en libras esterlinas, y fue haciéndose cada vez más importante a medida que decaía la economía del país. Justiniano pudo hacerse su casa, montar un cada vez más próspero negocio, comprar algunos campos de la zona y enviar a sus hijos a estudiar en Tucumán.
Los descendientes del hijo de El Inglés se negaron a continuar pagando el cuidado de la tumba de un abuelo desconocido, que había (según ellos) renunciado a una vida civilizada para enterrarse en un ignoto y atrasado rincón de un decadente y lejano país sudamericano. A pesar de ello, Justiniano las siguió cuidando con el mismo esmero de siempre: “Mucho me han dado estos muertitos para abandonarlos porque ya no recibo plata” solía decirles a los que se asombraban por su actitud.

Hoy, las tumbas de Justiniano y su esposa se encuentran llenas de telarañas y polvo en el cementerio local, porque sus hijos son profesionales, viven en La Ciudad y nunca se dejan caer por estos lados. Curiosamente, y a pesar de que nadie se encarga de ello, las tumbas de El Inglés y su esposa todos los días amanecen limpias y barridas, y los domingos siempre aparece en ellas un ramo de flores frescas. Los pocos que pasan por el cementerio de noche dicen que ven el alma de Justiniano limpiando las tumbas… pero, claro, esas son cosas que cuentan los machados o las personas supersticiosas que nunca faltan en los pueblos.


Un abrazo.

[Carlos Alberto]

Historias de muertos olvidados, de hijos desagradecidos......

[Diego de Alava]

Una vez más, MUY BUENO OSCAR. Abrazo desde el otro lado del río Uruguay. Por acá, como los compañeros de grupo, esperamos ansiosos cuento tras cuento que trasuntan costumbres vivencias y sentires que tan bien nos contas.GRACIAS.

[waman]

Gracias Carlos y Diego por los comentarios: trataré seguir subiendo algunos cuentos.
Un abrazo.